“Precisamos Defensa justamente para tener
capacidad operativa para enfrentar las amenazas, riesgos o misiones que
podríamos tener ahora o en un futuro”
Entrevista al Dr. Thomas Scheetz, profesor de Economía de la
Defensa en la Escuela de Defensa Nacional - Argentina
Por: Carlos Villanueva Benavides
Thomas Scheetz nació en Estados Unidos y es un innovador en el estudio e
investigación económica aplicada a la Defensa, pero no siempre fue un dedicado
investigador en temas de Defensa, a los 18 años se incorporó a la Compañía de
Jesús en Detroit (EEUU), y a los 23 años llegó al Perú (1968) con la ilusión de
cambiarlo, pero como dice “fue el Perú quien me cambió”. Estudió Teología de la Liberación con Gustavo
Gutiérrez en Lima, su personalidad y espíritu se fueron modelando al ver ese
otro mundo, aquel de las naciones latinoamericanas, que desde su natal medio-oeste
norteamericano no alcanzaba a conocer.
Vivió los primeros años de guerra interna en nuestro país, el asesinato
de 32 campesinos en el distrito de Soccos – departamento de Ayacucho en
noviembre de 1983, a
manos de miembros de las Fuerzas Policiales y las movidas dentro de la jerarquía católica
peruana en favor de condenar por herejía al sacerdote Gustavo Gutiérrez, fueron
sucesos que lo motivaron a denunciar lo ocurrido, pero al no prosperar su
protesta abandonó el sacerdocio.
En sus escritos se percibe con claridad dos ideas rectoras en su
pensamiento, la primera de ellas es la de “Ciudadanía” como elemento regulador
de la participación libre y responsable de los individuos en la administración
de las políticas estatales a favor del bienestar público, y una segunda idea es
su definida posición en favor del “Neo Realismo” en las relaciones internacionales, por lo que cree
en la necesaria capacidad operativa de las Fuerzas Armadas sin que esto llegue
a convertirse en una desmedida política de recelo y odio entre las naciones,
pues los mecanismos de confianza mutua fortalecen las buenas relaciones en la
región.
¿Cómo define Ud. Economía de Defensa?
Hay dos maneras de enfocar la Economía de Defensa, uno es:
Economía de Defensa “hacia afuera”, mirando como Defensa o el gasto militar
afecta al resto de la economía: afecta gastos sociales, afecta el crecimiento,
desarrollo y como afecta economías regionales (donde hay una base militar
obviamente eleva la economía local), etc. Y luego hay Economía de Defensa
“hacia adentro”. El primero es más
macro, aunque no del todo, y el segundo es más microeconómico. Pero es “hacia adentro” de las FFAA donde se
examina si el gasto militar es un gasto eficiente o ineficiente, (suponiendo
que uno va desde una eficiencia del gasto hacia una eficacia del
gasto). Por ejemplo, es ineficiente el
gasto si el 70, 75 o 80 por ciento del gasto militar se dedica al costo
laboral. En ese caso la capacidad
operativa de la fuerza se acerca mucho a cero.
Además, se supone que un gasto así, ineficiente a nivel operatividad
también tiene un impacto negativo en la economía, en el desarrollo, en el crecimiento
y en los gastos sociales. Si el gasto
militar no fuera más que gasto de bienestar para los uniformados, por decirlo
de manera metafórica, entonces a lo mejor sería económicamente mejor gastar el
dinero presupuestario en educación, salud, en carreteras. Es decir que no ser militarmente eficiente no
es inocente; no tiene cero costo a la sociedad.
Sería lo mismo que tirar dinero a cualquier área del sector público sin
ningún efecto, porque lo que el gasto militar debería comprar es lo que yo describo
como una “póliza de seguro” contra algunos riesgos. Consecuentemente el gasto militar no es para
educar jóvenes en provincias, no es para alfabetizar, no es para vacunar; para
eso hay maestros o médicos que lo hacen mejor.
Yo tengo el dicho que “siempre contratas a un profesional; a la larga es
más barato y te sale mejor el trabajo”.
A fin de cuentas el militar no es una “ficha universal”, un
“todologo”, sino que hace lo específicamente suyo y quisiéramos que
cumpliera. En el caso argentino
precisamos defensa justamente para tener capacidad operativa para enfrentar las
amenazas o riesgos o misiones que podríamos tener ahora o en un futuro a base
de un planeamiento bien hecho. Entonces si no compramos una póliza de seguro, o
nuestra póliza de seguro no es capaz de rendir frutos en el momento del
necesidad (eso es lo que sufrimos en Malvinas) entonces es un mal gasto y es un
gasto que en vez de producir algo estamos perdiendo mucha plata.
Los Estados brindan
seguridad a sus ciudadanos, en ese sentido la Defensa se constituye en un bien
público, ¿bajo qué parámetros podemos verlo como un gasto eficiente?
Hoy tiendo a examinar la eficiencia más que armar modelos
econométricos sobre el impacto del gasto militar en la economía. Más bien estudio si el impacto del gasto militar termina siendo un “bien
público” o un “mal público”. Ahora miro
el gasto desde adentro, desagregando aspectos del gasto militar: el personal
(costo laboral), el capital fijo y capital variable, todo lo cual permite hacer
un estudio partiendo de lo que un economista llamaría una “función de
producción” por factores de producción, los factores siendo capital fijo (adquisiciones) y también
capital variable o insumos (por ejemplo combustible) y mano de obra
(civil, militar y también los retirados-- el costo laboral incluye esos tres
niveles). Podemos comparar esas series
del presupuesto ejecutado, contrastándolas con series eficientes de esos
factores (básicamente usamos el criterio de lo que es el gasto en la OTAN
repartidos en esos factores de producción es eficiente), lo cual nos muestra
una situación en donde el costo laboral, incluyendo retiros, debería ubicarse
entre un 40 o 60% del total del gasto militar y que las adquisiciones bélicas y
no bélicas deberían ser entre 15 y 25% del gasto militar todos los años, lo
cual deja el resto para “operaciones y mantenimiento”, es decir capital
variable en un sentido muy amplio. . .
¿Sobre qué bases empíricas o teóricas se apoya Ud. para señalar
un rango del 40 al 60% en el gasto de
personal dentro del presupuesto militar?
¿Cómo puedes determinar sobre todo la cuestión de personal?
Entonces caí en una obviedad viendo varios cuadros históricos. Me di cuenta que desde 1850 Defensa es cada
vez más capital intensivo, lo que es decir es cada vez menos mano de obra
intensivo. En esa evolución hacia lo que
es la creciente capital intensividad tenemos porcentajes de respaldo de lo que
fue en 1865, 1917, 1944, 1954, 1970 y 2000, etc. Notamos la tendencia del uso de cada vez más
herramientas mortíferas con menos mano de obra.
Y podemos preguntarnos cuáles son las FFAA más eficientes en eso,
típicamente eran las de la OTAN.
Entonces estudié año tras año cuanto gastaba la OTAN en mano de obra y
el promedio fue, por ejemplo en el 2008 del 54% en mano de obra con una
varianza en donde los Estado Unidos estaba en treinta y tantos por ciento, Gran
Bretaña 42%, España entre un 53 o 55 %.
Ningún país con operatividad propia tenía por encima de 60%. Entonces yo
concluyo-- a ojo de buen cubero-- que los países que tienen capacidad operativa
dentro y fuera de la OTAN tienen entre esas cifras. Lo mismo pasa con la cifra que di del 15 al
25 % para adquisiciones (de hecho creo
que el promedio esta en 20%, con EEUU muy por encima del 20% en adquisiciones).
Encontré otros artículos que estudiaban la factibilidad del
sistema de retiros de los EEUU, y un artículo decía que no podía sobrepasar el
25% del gasto militar, si no el sistema mismo entraba en crisis y en conflicto
con esos otros factores de producción capital y mano de obra activa. Entonces, a partir de estos datos desarrollé
pautas para la ecuación de la producción en Defensa, con factores que son
multiplicativos. Porque no cabe duda que
el soldado sin sus herramientas no es un soldado, igual que un piloto de
Fórmula 1 sin su auto no es un piloto de Fórmula 1. Cada oficio requiere sus herramientas,
herramientas a nivel del mundo competitivo de hoy, aun más en la guerra porque
no es cuestión simplemente de construir una pared, porque una pared de un
albañil es igual a la pared de otro albañil.
Pero en la guerra mi formula 1 va contra tu fórmula 1 en la cual no conviene salir “sub-campeón” o segundo,
ganar es lo único que es aceptable en la guerra, porque perder implica algo
sobre la supervivencia de la nación. Por
lo tanto un país tiene que tomar en cuenta en su planeamiento lo que tiene el
otro equipo (país), por decirlo de una forma metafórica. Yo estaba examinando estos aspectos de
economía junto con aspectos de Ciencia Política o Relaciones Internacionales y
ciencia militar y tomando prestado de muchísimos autores.
Entonces los rangos para el gasto de personal militar que
propone son reflejo de la creciente tecnificación de la guerra en la historia y
de la experiencia de los países con mayor efectividad profesional, pero ¿qué
sucede con las Fuerzas Armadas que no pueden mantener su aparato militar de
acuerdo a esos avances tecnológicos?
En el año 1865 en la guerra civil estadounidense el 90% de
los uniformados eran combatientes y llevaban rifle. Estos eran los “dientes” y había muy poca “cola”. En esa guerra la relación de “dientes” (la
parte operativa que “muerde” contrasta con la parte de “cola” que es de apoyo
logístico) ponderaba más que nada la parte que peleaba. Pero a medida que la tecnificación de la
guerra y su resultante mortandad aumentaba--como en las trincheras de la
primera guerra mundial—se requería mucha más “cola”, requería mucho mas
tecnificación, mucho más capital físico, es decir que precisaba alimentos,
combustibles, municiones, reparaciones, comunicaciones y transporte, como
tenemos hoy. Esta situación ha avanzado
muy rápidamente durante el siglo XX, está relacionado con lo que yo denomino
“maltusianismo militar”, donde encontramos que el costo por unidad del equipo
militar artillado crece mucho más rápido que el PBI de un país o sus ingresos
fiscales. Por lo tanto esto pone una
exigencia tremenda sobre la eficientización de las FFAA, porque si no son
eficientes entonces terminarán, no como FFAA, sino como fuerzas policiales de segunda,
porque no tienen capacidad militar convencional, porque simple y llanamente no
pueden gastar dinero en adquisiciones que les permitan sobrevivir en un posible
conflicto regional como el planeamiento señala…. Y tener una capacidad de
“performance” relativo que me permita sobrevivir y lograr ganar…y si no puedo
ganar no existe razón para tener FFAA.
¿Por qué? Porque si queremos mal utilizarlos como policías es evidente
que entrenar a un policía es muchísimo más barato que entrenar a un militar. Otra vez el criterio mencionado: “busca un profesional”. Si quieres una policía que tiene otra
doctrina de daño mínimo y no daño máximo, entonces contrata a un policía, te va
a salir mejor y más barato (claro tienes que hacerlo eficientemente también con
otros criterios que corresponden a su oficio).
Pero usar militares como policías es muy parecido a usar maestros como
policías…o sea, no tiene ni pies ni cabeza. En cuanto a un análisis de
costo-eficiencia económico, se puede hacer lo mismo entre costo-eficiencia
militar o policial.
¿Cómo decidir correctamente un gasto eficiente en Defensa?
El gasto militar se hace dentro del gasto presupuestario
total. Esto es parecido a la “familia
nacional” que tiene que elegir como repartir el ingreso de la familia para
luego gastar en comida, educación, vacaciones, transporte, etc. A nivel nación ese presupuesto se divide en
Educación, Salud, Relaciones Exteriores, Presidencia, Inteligencia, Policía,
Justicia, y el gasto militar. Ahora
bien, solo hay 100% de la torta, si le da una porción más a los militares,
necesariamente les está dando menos a otras áreas y viceversa. Entonces el criterio para elegir un gasto
correcto es lo que llamamos en micro-economía “Equilibrio Marshaliano”, donde
el beneficio adicional en Defensa dividido por el costo de esa defensa
adicional tiene que compararse con el beneficio logrado por ese mismo gasto
adicional en Salud, o el beneficio adicional por ese gasto adicional en
Educación, y en Previsión, etc. O sea
que el cálculo del valor de aumentar el gasto militar no se hace a parte del
resto del gasto de la familia nacional; lo que quitas a un hijo para dar a otro
tiene sus efectos. Entonces esto es lo
que debería haber (no digo que esto es lo que pasa, porque estoy muy
consciente que lamentablemente los presupuestos no se deciden de esa forma sino
por una irracionalidad o presiones políticas indebidas). Ahora, si hubiera una elección pública de
forma racional tendríamos que contrapesar el gasto en un área con el otro. Eso implicaría que la definición de la
“póliza de seguro” tendría mayor o menor peso dentro de ese presupuesto, si
estuviese en un momento de guerra--o en peligro de guerra--la familia nacional
ponderara más el gasto militar por el momento que el gasto otras cosas. Gran Bretaña durante la II GM gastaba en
momentos el 80% de su presupuesto en gastos militares por ser cuestión de
sobrevivencia o no. Ahora, depende
también de los riesgos que enfrentas en tu región. América Latina no es Medio Oriente, y por lo
tanto la “póliza de seguro” – país por país es distinto-- va a ser diferente,
va ser mucho más bajo en general en América Latina que en Medio Oriente. Pero
aún en América del Sur tenemos distintas relaciones históricas que implicarían
un mayor o menor gasto militar tomando en cuenta un planeamiento serio a largo
plazo.
Y… ¿Por qué estudiar Economía de la Defensa?
Porque según Barry Posen un estudioso de las Relaciones
Internacionales y Estrategia del Massachusetts Institute of Technology (MIT),
él dice que hay 3 factores simultáneamente interrelacionados: la política de
Defensa tiene que ser políticamente aceptable y viable, diplomáticamente
e internamente, tiene que ser militarmente adecuado eficiente y todo
tiene que ser dentro de un costo factible. En un momento la Armada Argentina quería
tener un portaaviones. Después de
Malvinas querían comprar un nuevo portaaviones, pero ese portaaviones podría
haber costado de por sí 20 mil millones de dólares, con el costo de operación
anual mayor que el presupuesto anual de la ciudad de Buenos Aires. Entonces económicamente no era factible.
Hablar de planeamiento en esos términos sin tomar en cuenta la factibilidad
económica es vivir en otro planeta.
Los militares son ciudadanos del país de uno, de hecho yo
pago los salarios de los militares argentinos, y eso implica que la toma de
decisión de lo que es ese gasto (y el nivel de riesgos que enfrentamos son
bajos en general en nuestro caso, aunque tenemos problemas en el Atlántico Sur)
podríamos enfrentarlo con cierto nivel de gasto militar que lo haga factible frente
a las otras demandas al fisco.
Percibe Ud. un cambio en la manera de enfocar los estudios de
economía de la Defensa
Históricamente se enseñaba Economía de Defensa evaluando
todas los variables “estratégicas” de la economía nacional: típicamente transportes,
sistemas productivos, ver la economía a nivel sectorial a lo grande, declarando
ciertos aspectos telefonía, comunicaciones, ferrocarriles, aerolíneas
comerciales como áreas de interés estratégico para la FFAA. Yo en general
dejaría eso de lado. Eso es
históricamente lo que se enseñaba en las academias militares en nuestros países
y se hacía en Argentina hasta hace poco.
Más bien yo enseño la forma que expliqué antes, es decir, “Economía de
Defensa hacia fuera” y “Economía de Defensa hacia dentro” mirando la eficiencia
de ese gasto, y dejaría que otros sectores del Estado se preocuparan por
ferrocarriles y aviación comercial al Ministerio de Obras Públicas o
Planeamiento, por ejemplo. Ahora bien,
admito que la defensa es más amplia que las FFAA, como nunca se cansan en
decir. En ese sentido es correcto, pero
ese nivel de planeamiento que implica una Economía de Defensa más amplio se
debería enfrentar en lo que aquí en Argentina se llama el Consejo de Defensa Nacional
(CODENA) donde un cierto liderazgo se toma por Presidencia, la Secretaria de
Inteligencia, y sobre todo Relaciones Exteriores es fundamental allí; pero
también está el Ministerio de Economía, Obras Públicas etc. Entonces se hace una coordinación a nivel
estratégico por parte de estos sectores del gobierno y los de Defensa no se
ocupan de los ferrocarriles. Se entera
de, se dialoga con, pero esto se organiza a nivel presidencial con la CODENA en
el caso Argentino (en los Estados Unidos es la National Security Council) que abarca más de las FFAA y ellos son
una voz, una parte, pero no los dueños de toda la cuestión de defensa que
abarca a toda la sociedad y todo el gobierno.
¿En qué países ha dictado Economía de la Defensa?
En Bolivia la maestría
fue muy corto no duró, en Ecuador sigue hasta el día de hoy, es muy positivo,
en Ecuador comencé enseñando a civiles y militares en FLACSO, ahora se hace vía
FLACSO en el Instituto Nacional de Defensa (INADE) para el curso de coroneles
que están en condición de ascender y eso es muy grato. Es el mismo curso que
enseño en la Escuela de Defensa Nacional en Buenos Aires (EDENA). Yo aprendo mucho de ellos, son coroneles de
las tres fuerzas y aprendo algo de ciencia militar y me liman mis asperezas en
el área de la Defensa y aprendo cada vez más. En las clases aquí en Buenos
Aires tenemos también muchos civiles del área de Relaciones Internacionales y
Ciencia Política, y aquí también se da los 3 puntos que señalé de Posen, lo
político, lo económico y lo militar, esos tres aspectos que tienen que coincidir igualitariamente en
el planeamiento en Defensa.
¿Cuál ha sido su más reciente trabajo de investigación?
El último trabajo realizado fue sobre Operaciones y Mantenimiento, una investigación en el Ministerio de Defensa
argentino pero hecho en la EDENA, la investigación incluye todo lo que no sea
laboral y adquisiciones, en una definición bastante global abarcador de los que
es Operaciones y Mantenimiento, y trato luego de bajar de ese nivel hacia
Operaciones y Mantenimiento más restringidas, solamente para lo que llamamos
programa 16 en cada Fuerza la capacidad operativa de las fuerzas desplegadas,
su uso de combustibles, de municiones de mantenimiento etc. Y esa información
se logra de los gastos bastante desagregados, de gasto devengado de gasto ejecutado
en el presupuesto argentino.
¿Cómo nació su interés en el estudio de temas militares?
Mi interés por el tema militar surgió en el Perú, aunque era
un tema muy marginal en mi tesis doctoral…en 1975 comencé el doctorado en la
University of Texas at Austin en Economía con una orientación hacia América
Latina. Hice mi tesis doctoral sobre The
International Monetary Fund, Its monetarist model and the peruvian debt crises,
que en los años 70 estaban muy de moda, bajo el gobierno de Morales Bermúdez
(1975-1980) con sus planes de estabilización uno tras otro.
Durante la disertación descubrí--en buena medida por mis
alumnos en la Universidad del Pacífico, que trabajaban en el Ministerio de
Economía y Finanzas y Banco Central de Reserva del Perú-- que los datos que tenía sobre deuda externa
peruana el 33% de esa deuda representaban gastos en armas para el año 1977 o
1978. A partir de ese despertar tomé
interés en la cuestión militar. Gente en
DESCO me ayudó y el tema “Gasto Militar” formó una parte pequeña de mi tesis
doctoral…
Usted vivió el en el Perú durante el Gobierno Revolucionario
de las Fuerzas Armadas, ¿qué nos puede decir de ese momento de la historia
peruana?
Yo estaba afectado positivamente pero no sin críticas, por el
general Juan Velasco Alvarado. Muchos de los nuestros habían tomado parte en el gobierno, pero por otro lado SINAMOS
(Sistema Nacional de Movilización Social), había atacado a distintas obras de
la Compañía de Jesús…la muerte de Velasco Alvarado la sentimos mucho, mejor
dicho, algunos compañeros míos, porque toda la Compañía no estaba identificado
con Velasco…después los conflictos entre los generales Leonidas Rodríguez y el
grupo más de derecha encabezado por Francisco Morales Bermúdez, allí sí
comenzamos a tener una visión más crítica…
¿Qué recuerdos tiene del Perú?
Muy gratos, obviamente me cambió la vida, llegué allí
pensando que yo iba a cambiar el Perú, siendo un joven idealista y tonto y el
Perú me cambió a mí, yo pasé muchos años, idas y vueltas, 16 años en el Perú,
salí de la Compañía el 84 y volví recién en el 91, pero en vez de mejorar
durante mi tiempo allí, desmejoró, era
mucho peor que cuando llegué a los 23 años en 1968. Eso me entristeció, me dejó
mal, claro no era mi culpa…los sueños de juventud no se realizaron en el Perú,
los míos por lo menos…
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