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ESBOZO ACERCA DE
LOS ORÍGENES Y FORMACIÓN DE LA BURGUESÍA BUROCRÁTICA EN EL PERÚ
Carlos Villanueva Benavides.
Carlos93historia@hotmail.com.pe
Universidad Nacional Mayor de
San Marcos
Al analizar un problema es bueno partir de un marco
general que constituya tu visión del mundo y, por lo tanto, demanda aplicar lo más conscientemente posible los
presupuestos filosóficos del cual se deriva. Este artículo no buscará
establecer aquellos marcos, sino, por el contrario, intentará aplicarlos al
estudio de, por lo menos, una vertiente en lo ideológico y político del cual se
nutrió la burguesía burocrática en
nuestro país.
Para ello analizaremos dos vertientes de su
desarrollo, por un lado, el aspecto económico, que solo lo mencionaremos, pues
quedará pendiente profundizar su estudio y, por el otro, la influencia de la
doctrina de seguridad norteamericana en los ejércitos de Latinoamérica, punto
del que nos explayamos más en este artículo.
Hacia finales de la década del veinte del siglo
pasado, el fundador del Partido Comunista del Perú, José Carlos Mariategui [1]en
el punto tercero de los principios programáticos realiza una caracterización
general de la sociedad, señala que:
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Es
así, que el capitalismo que se desarrollará en nuestro país, estará dentro de
los causes que enmarque la economía y la política internacional, a esta forma
especial de capitalismo que se desarrolla en las naciones oprimidas será
llamado capitalismo burocrático, puesto que se desenvuelve sobre una base
semi-feudal y estará sujeta al imperialismo, con nulas posibilidades de
desarrollo autónomo ya que este capitalismo restringe a la burguesía
nacional, oprime a la pequeña burguesía,
al campesinado y al proletariado.
Es
a partir de 1919 con el gobierno de Augusto Bernardino Leguía, que se iniciará
el desplazamiento del imperialismo británico por el norteamericano, la “burguesía
mercantil” como la llamaba
Mariategui, tomará el control del Estado y desplazará a la vieja aristocracia
terrateniente, emprenderá un proceso de modernización reformando la
constitución, instituyendo un aparato represivo como la policía en el
Ministerio del Interior y combatirá a los llamados caciques – gamonales, de
donde solo sobrevivirán estos últimos, además del establecimiento del impuesto
a la renta, la ley de conscripción vial entre otros. Por este período se
produce el debate Deustua – Villarán, acerca de los modelos educativos,
cuestionando de este modo el sistema de ideas de los terratenientes y alabando
el modelo norteamericano. Lo más
importante es constatar que en aquellos años la burguesía peruana deviene en
burguesía compradora, verdadero apéndice de la burguesía internacional, y
cabeza del proceso político, además de tomar como forma de gobierno el modelo
demoliberal.
INTERVENCIÓN ESTATAL EN LA ECONOMÍA
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El
economista británico Jonh Maynard Keynes[3],
juega aquí un papel destacado, pues su doctrina económica no intenta hacer un
estudio de la evolución histórica social, sino busca reconstruir y garantizar
la supervivencia del sistema, siendo su recomendación básica una creciente
intervención estatal como condición al funcionamiento exitoso de la iniciativa
individual.
DE LA DOCTRINA DE SEGURIDAD HEMISFÉRICA A LA DOCTRINA DE SEGURIDAD
NACIONAL.
Por
otro lado, tenemos que en el ámbito militar, terminada la Segunda Guerra
Mundial, se acentúa la influencia de los
Estados Unidos, quienes desplazarán de manera definitiva a la escuela francesa
en la formación profesional de los oficiales y en la organizaron de las fuerzas
de seguridad.[4] Los vencedores de la guerra
mundial sintetizaron su experiencia bélica poniendo sobre el tapete nuevos
conceptos como el de la Guerra Total, Defensa Nacional y la lucha contra los
comunistas.
Al
buscar las fuentes documentales que nos acerquen al pensamiento político de
los militares, como se comprenderá, constituye una gran
dificultad acceder a los documentos y archivos que estas instituciones manejan,
en algunos casos no es posible el acceso y en otros simplemente no existen
archivos.[5] Sin
embargo, consideramos que una fuente de primera mano que nos muestra como se
realizó la evolución en el pensamiento político de los militares es el análisis
de los artículos que en las revistas de los institutos castrenses se
publicaron.
Por
aquellos años en los medios castrenses circulan artículos como el del
comandante Carlos Gonzáles[6]
quien, busca legitimizar la función del ejército en la sociedad, recalcando su
papel como protector de la civilidad contra amenazas insanas de ideologías
extranjeras, esboza una teoría referida
al desarrollo paralelo de las sociedades
y los ejércitos:
“[...] en
esta carrera paralela de progreso de los pueblos y ejército, creose un vínculo
tan estrecho e indestructible entre ambos [...] en algunas naciones llega a
producirse una completa identificación la que se ampliará más [...] frente a
los modernos conceptos de la nación en armas y la guerra total.”
Ésta
nueva y creciente influencia se expande en
toda América Latina. En agosto de 1955, la Revista Militar publica de
manera íntegra un artículo escrito por el General Tomás Sánchez Hernández del ejército mexicano[7],
quien analiza las causas de la capitulación del ejército francés en la guerra,
concluye que esta se debió al anquilosamiento de los estrategas galos
quienes luego del triunfo de la Primera
Guerra Mundial se contentaron solo con aplicar un método defensivo, tipo
muralla china (línea Maginot), para resistir el embate germano, poniéndose de
espaldas a la aplicación del desarrollo científico a través del uso de la
tecnología en la guerra. El autor más adelante describe como el ejército
francés terminada la guerra superó ese problema a través de la implementación
de modernos métodos de enseñanza a los
oficiales en su Escuela Superior de Guerra, quienes no solo recibirán la instrucción técnica militar,
sino que serán capacitados en otros ámbitos mediante los estudios generales: “[...] para
orientarlos sobre los problemas de la defensa nacional total [...].”
Este
artículo es importante porque nos muestra cómo derivado del análisis de la
guerra se va a llegar a la idea que esta involucra el uso de todos los recursos
de una nación, ya sean estos materiales o espirituales (humanos): ”[...]
arrojando en la balanza de la guerra la totalidad de los recursos morales,
diplomáticos, demográficos, industriales y agrícolas [...]”, por lo que es necesario articular el desarrollo de
una nación en función de posibles escenarios de guerra. Así, la Guerra Total
como doctrina militar va a traspasar los linderos netamente militares para
involucrarse no solo en los planes de gobiernos de los estados, sino
plantear explícitamente la necesidad de un Proyecto Nacional que vaya más allá
de los eventuales gobiernos, estableciendo objetivos nacionales y planes
estratégicos para el desarrollo de una nación:
“Esta orientación hija de la segunda
conflagración mundial justifica la
presencia de elementos civiles en una Escuela Superior de Guerra, que
especializados en unas disciplinas distintas a las específicamente militares forman equipos con los militares de carrera
para abordar los estudios de la defensa
nacional”, concluye Sánchez.
Recordemos
que ya para esos años estaba en
funcionamiento el Centro de Altos Estudios Militares[8] bajo
la dirección del general José del Carmen Marín Arista[9]. Esta
institución fue fundada el 15 de junio de 1951. Así, a la ceremonia realizada
en el cuartel de Pueblo Libre, asistieron destacadas personalidades civiles y militares entre ellos el Primer
Ministro y Ministro de Guerra Zenón Noriega. De este acontecimiento nos
interesa destacar las palabras de Marín, quien esbozó allí las líneas que
recorrerá esta institución:
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En
otras palabras, se enmarca dentro de la concepción impulsada por la doctrina
militar norteamericana que, en esos
momentos, preparaba al conjunto de América latina dentro de sus planes de la
guerra fría, cuestión que es indesligable de cualquier planeamiento
estratégico, por eso Marín en su alocución dice que: “[...] el
Perú tiene deberes respecto a la Defensa Continental emanadas de los
compromisos internacionales, para cuya ejecución sus medios pueden ser
contemplados del exterior [...].”[10]
En
el plano del desarrollo económico,
Marín expondrá la visión que los
manuales de la doctrina militar le
demandan, ésta lo desarrolla cuando analiza el Potencial Nacional, nombre con
que se le denomina a todos los medios con que el Estado cuenta para la realización
de sus planes de bienestar y de seguridad. Afirma que es el Estado quien debe
planificar el desarrollo de la potencialidad del país, pues en la economía
existen dos agentes de desarrollo:
“[...] el
sector público cuyo criterio exclusivo es el bienestar nacional y el sector privado, que abarca a casi la
totalidad de las actividades económicas y que actúa con el incentivo de obtener
los mayores beneficios dentro del sistema capitalista de propiedad privada y
libertad de empresa, [...] si el desarrollo de la potencialidad del país se
realizara dentro de este ambiente [...] seria un verdadero milagro que
respondiese armónicamente al bienestar y seguridad de la nación.”
Así,
afirma categóricamente que:
“Es el
estado responsable de ambas (bienestar y la seguridad nacionales), tiene pues
el deber de planificar dicho desarrollo y de crear el ambiente y las
condiciones materiales favorables para que el sector privado participe en la
ejecución de los correspondientes planes con beneficio propio y del bien común”[11]
Es
dentro de este sistema de ideas que la planificación cumplirá un rol clave, no
sólo para la economía, pues del director del CAEM al tratar acerca de la
Organización Estatal, señalará que:
“En suma,
el bienestar (es) el fin supremo que se
persigue, el desarrollo de la potencialidad del país el medio de alcanzarlo, la planificación es
el método técnico para realizar, no solo ese desarrollo sino el conjunto de la
política del Estado.”
Luego
de finalizada la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos se preocupó entre
otras cosas por los suministros de los recursos naturales que adquirían en lo
que ellos llaman su patio trasero:
“En
noviembre de 1947, un reporte de la
Agencia Central de Inteligencia (CIA), sobre las metas soviéticas en América
Latina, preveía muy pocas o ninguna posibilidad de golpes comunistas en toda
esa región. Pero la infiltración
comunista de grupos ostensiblemente apolíticos, como los sindicatos laborales
ya habían avanzado tan efectivamente, que en caso de una guerra contra EE.UU.,
la Unión Soviética, simplemente dando las ordenes necesarias, puede parar las
economías de Chile y de Cuba negando así a los EE.UU., al menos temporalmente,
el cobre y el azúcar [...]”[12]
Robert
Pollard muestra cómo se va configurando
la política Norteamérica hacia nuestros países de acuerdo a los intereses estratégicos de esa potencia frente a la
URSS, de esta forma desde finales de la
década de los 40 del siglo pasado, EE.UU. no ve ya como peligro inminente una ocupación directa de parte de su enemigo comunista en la región,
pero sí existe esa creciente posibilidad revolucionaria que debe ser conjurada,
de esta manera la doctrina de Seguridad Hemisférica se traslada hacia el
interior de los países, tomando una nueva dimensión. Es así, que atendiendo a
esta nueva situación, es que debe
existir una alianza de las fuerzas armadas de los gobiernos latinoamericanos
con Washington para conjurar cualquier brote subversivo.
Una
muestra de esta preocupación se encuentra en el artículo reproducido en la Military Review escrito por el mayor del ejército
norteamericano Teodore Wyckff, [13]
quien al analizar los nuevos proyectiles
balísticos de la Unión Soviética y del enorme recorrido que poseen, presenta
varias hipótesis de ataques a distintos
blancos en territorio estadounidense y en países aliados, obteniendo como
resultado que solo América latina no podría estar al alcance del fuego de la URSS, por lo que recomienda que
es en esa región donde se debe invertir en la construcción de fabricas que
provean de armamento a los Estados Unidos, pero
lo que es más importante es la recomendación final, pues reconoce que:
“La pobreza
agobiante de la región, la hacen un
objetivo permanente de la propaganda comunista y una forma de precaver este
avance seria la realización de un programa de expansión económica e industrial
[...] para salvaguardarla de esta amenaza [...].”
Corría
ya la década del 60, la revolución cubana fue un golpe muy duro que recibió los
intereses norteamericanos, pero no era el único, en el Perú, los movimientos
campesinos hacia finales de la década del cincuenta y las guerrillas del 65 y
otros tipos de demandas populares en la región, terminaron de bosquejar, definitivamente, un cambio en
la dirección de la Seguridad Hemisférica por
la nueva Doctrina de Seguridad Nacional. Como señalamos líneas arriba,
ahora el problema era conjurar al enemigo interno, para lo cual se creó la
Fuerza Interamericana de Paz, se fortaleció la OEA y se instituyó la Junta
Interamericana de Defensa, pero esta no sería la única política que
implementara el imperialismo norteamericano:
“El
Presidente Jonh F. Kennedy anunció en marzo de 1961 el ambicioso programa
denominado Alianza para el Progreso que implicaba la transferencia para América
latina de 20 mil millones de dólares [...].”[14]
De
esta forma se establecieron reuniones para definir las políticas. El Consejo
Interamericano Económico y Social se reunió en Punta del Este. En aquel
conclave el presidente Kennedy hizo llegar un mensaje en la que señalaba:
“Que en la
vida democrática no debía haber lugar para instituciones que beneficiaran solo
a unos pocos, y que deberían realizarse los cambios profundos para eliminarlas
como la reforma agraria, el mejoramiento de la educación, la salud y la
vivienda [...].”[15]
Con
lo que el propio imperialismo norteamericano
demandaba una serie de reformas a los países latinoamericanos para evitar la
subversión comunista.
Esto
explica porque varias de las medidas tomadas por los gobiernos militares de la
época en el continente, así como por parte del auto denominado Gobierno
Revolucionario de las Fuerzas Armadas en
nuestro país, resultan ser similares tanto en la forma como en su contenido.
Esto lo podemos ver, por ejemplo, en el
caso de Guatemala[16]: “[...] La
visión de la dictadura de Carlos Manuel Arana no radica exclusivamente en ganar
la guerra interna por medio de la fuerza, sino llevar un plan nacional de
desarrollo (1971-1975) [...]”, y
más adelante Juan Carlos Torres dirá:
“[...] La
Doctrina de Seguridad Nacional buscaba un plan de desarrollo económico en todo Latinoamérica,
por ende, la reforma agraria ya no era un signo de subversión, sino ganarles
los espacios políticos y económicos planteados por las guerrillas.”
En
el Perú, estas directivas fueron
puntualmente señaladas en un memorandum dirigido a los presidentes de la Junta Militar de
Gobierno de 1962-1963. Este documento elaborado por un “grupo de
profesionales” a quienes no se les
identifica, pero hace suponer que se trataba
no solo de personal militar, sino, también, de civiles, utilizaron en su
redacción la terminología usada en el CAEM como lo recoge Víctor Villanueva.[17] El
referido memorandum “sugería”
la:
“Creación
del Organismo Nacional de Planificación. Se fundamentaba en el empirismo que
había guiado la vida y actividades del país y en las proposiciones de Punta del
Este al crearse la Alianza para el Progreso. Proponía un decreto ley con el
indicado fin.”
Más
adelante respecto a la reforma agraria indicará:
“Ley básica
de Reforma Agraria, por ser una necesidad clamorosa del país, recomendada ampliamente
en Punta del Este, que no necesita fundamentacion y que solo tienen la valla de
los intereses creados que ningún gobierno se ha atrevido contrariar.”
Existen
otros grupos sociales que también se identifican con los intereses de esta
facción de la gran burguesía, que no lo hemos desarrollado aquí, pero que
podemos mencionarlos, como los socialdemócratas, liderados por Héctor Cornejo
Chávez[18]
además de grupos filo marxistas y partidos de izquierda revisionistas.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
·
Podemos decir
que es a partir del año de 1939 (primer gobierno de Pardo) que una rama de la
gran burguesía deviene en burocrática, al iniciarse una creciente participación
del Estado en la economía debido a la falta de capitales para profundizar el
capitalismo burocrático, empezando las pugnas entre ambas facciones de la gran
burguesía peruana, la compradora y la burocrática. [19]
·
Será en la
administración del presidente Bustamante y luego en el primer gobierno de
Fernando Belaunde, que las pugnas entre las dos facciones mencionadas se
atizarán, reflejándose en las disputas en el Congreso, derivando en
inestabilidad política, entrabamiento a la Reforma Agraria y, por otro lado, se manifestaba el
movimiento insurgente de Luis De la Puente Uceda, a más del creciente descontento
del movimiento popular en las ciudades. Es en medio de esta compleja situación
que a través del golpe de Estado de los
militares del 68, que estos toman el poder en función principalmente de los
intereses de la burguesía burocrática.
·
De lo expuesto
no se deriva que los militares sean una clase social, sino, como ya se a dicho,
este sector asume los intereses de una facción de la gran burguesía
peruana, en este caso de la burguesía
burocrática.
[3] Teoría general
sobre el empleo, el interés y el dinero (1936).
[4] Al respecto se puede consultar: Víctor Villanueva. EJERCITO PERUANO. Del
caudillaje anárquico al militarismo reformista. Lima: Editorial Juan Mejia Baca. 1973, capítulo V; y, Kruijt. La revolución por decreto. Perú durante el gobierno militar. Lima: Mosca Azul editores. 1991,
capítulo III.
[5] Se buscó analizar los
sillabus de los primeros cursos dictados en el CAEM, así como los
discursos memorias que realizan los directores de esa institución al
finalizar cada año académico, pero la respuesta en ambos casos fue que no
existía esa información, solo tienen archivos a partir de los años ochentas.
[6] “Ejército: Rol social y
disciplina.” En Revista Militar
del Perú. Número 2.
1952. Págs. 1-6.
[7] “La Escuela Superior de
Guerra de Paris y la Segunda Guerra
Mundial.” En Revista Militar del Perú. 1955.
Número 620. Págs. 35 - 42.
[8] En la década de los
noventa esta institución cambio de nombre por el de Centro de Altos Estudios
Nacionales (CAEN).
[9] El general Marín fue
fundador del Centro de Altos Estudios Militares, primer director y primer
asesor de dicha institución cuando pasó al retiro. Se trata de un destacado militar que egresó
como espada de honor de promoción en
la Escuela de Oficiales. Se recibió como bachiller en Matemáticas en la UNMSM,
fue enviado a Francia a seguir un curso, egresando con el segundo puesto, ya
que los reglamentos no permitían que un
extranjero ocupe el primero. Fundador del arma de Ingeniería del Ejército y
catedrático emérito de la Universidad Nacional de Ingeniería. Marín dictó gran
cantidad de conferencias que han sido recopiladas en dos textos que,
lamentablemente, aun no tienen mayor circulación, pero que se pueden consultar
en la biblioteca del hoy Centro de Altos Estudios Nacionales. Para acercarse a
la biografía de este personaje véase: “General de división José del Carmen
Marín, Maestro y Humanista”, escrito por el general ® Luis Trigoso Reyna,
publicado en la revista de esa institución en noviembre del 2001.
[10] “Se inauguró Centro de
Altos Estudios Militares.”En Revista Militar de Perú. Número 6. 1951.
Págs. 61-70
[11] José del Carmen Marín. Conceptos Básicos –
Conferencias. Lima: Centro de Altos Estudios
Militares. 1972.
[12] Robert Pollard. La Seguridad Económica y los orígenes de la GUERRA FRÍA. 1945 –1950. México DF: Ediciones Gernika. 1987. Véase el capítulo 9.
[13] “La Situación Estratégica
de América del Sur.” En Revista de la Escuela Superior de Guerra. Número 4. 1956. Págs. 95
- 98.
[14] “El gobierno argentino
frente a la Alianza para el Progreso y la cuestión cubana.” Extraído de la web,
contiene gran cantidad de información bibliográfica, pero no consigna autor.
[15] Loc. Cit.
[16] Juan Carlos Torres
Venegas. “Apuntes sobre la dictadura y el ejército: Herramientas coactivas del
Estado. Sondeando los Orígenes de la violencia. Guatemala 1945 – 1985.” En Praxis
en la Historia.
Revista del Taller de Estudios Histórico – Filosóficos. Número 4. Diciembre del
2005. UNMSM. Lima. Págs. 155 – 168.
[17] Víctor Villanueva. El
CAEM y la revolución de la FUERZA ARMADA. Lima: IEP. 1972. Págs. 208 – 209.
[18] Héctor Cornejo Chávez. Socialcristanismo y
revolución peruana. Lima: Centro Andino de
Capacitación y Estudios. 1975.
[19] Sobre el tema se puede
consultar: tomo II. Obras Escogidas Mao Tse Tung, y los artículos del doctor Abimael
Guzmán: Revolución Democrática, Contra las Ilusiones Constitucionales y
Desarrollemos la Creciente Protesta Popular, colgados
en la web.
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