¡NO AL COLEGIO DE HISTORIADORES, REGRESEMOS A LA FACULTAD DE
HUMANIDADES!!
Mag. Carlos Villanueva B.
UNMSM
Desde hace varias semanas atrás han
circulado diversas opiniones acerca de lo desafortunado que sería que el Congreso
de la República promulgue la ley que cree el Colegio de Historiadores, pero ¿para
qué sirve un colegio profesional? ¿Qué
funciones cumple? Por lo que entiendo, estas instituciones se forman con la
finalidad de preservar o reservar el ejercicio profesional de alguna disciplina
para que ésta sea ejercida por sus profesionales, desde este punto de vista
vela porque la oferta de trabajo pueda ser cubierta por aquellos que obtuvieron
la licencia para ejercerla, más aún, si se
y trata de una profesión que demandó 5 o más años de estudio en una
universidad.
Hace algunos años, el hoy director de
la Escuela de Historia de UNMSM Dr. Francisco Quiroz, nos comentaba que
cualquier persona se arrogaba el derecho a llamarse “historiador”, pero por el
contrario no cualquiera podría ser llamado odontólogo o dentista, y tenía mucha
razón, puesto que este gremio no permite que se ejerza este oficio sin los
requisitos mínimos que estable la ley, por más que haya cursado o terminado los
estudios universitarios.
Por otro lado, la ley otorga a los
colegios profesionales una función ética, en tanto que estos velan porque el
ejercicio profesional se desarrolle dentro de ciertos límites de la ética y la
moral. Es así que la función del Colegio va unida a un cierto criterio de
“vigilancia ética”. Esto, ¿podría ser tomado como un riesgo para el ejercicio
del libre pensamiento del historiador?, difícilmente, puesto que lo moral y
ético deberá restringirse a los valores que todo trabajo intelectual está
obligado a cumplir, como son: la correcta utilización de fuentes y la honestidad
intelectual (no permitir el plagio). Desde mi punto de vista, el mayor peligro
que pende sobre la producción intelectual no está referida a la posible
existencia de un organismo de control externo que nos limite lo que se puede
investigar o publicar, sino el seguir la comparsa del llamado “Pensamiento Único”,
fenómeno ideológico-político que lleva a rechazar la diversidad de ideas y
opiniones políticas o de otra índole, contrarias a lo que llaman lo
“políticamente correcto”, estigmatizándolas a tal punto de crear un mundo
aparte, invicibilizando al otro.
Por otro lado, se divulga el falso
supuesto que el trabajo de un Historiador es diferente a otros existentes en
nuestra sociedad, por considerarlo “liberal y humanista”, otros especulan con
distinciones entre aquellos que se dedican a la investigación (llamándose
historiadores) y los que no lo hacen; y el posible enredo que existiría para que
el Colegio pueda hacer esta distinción. Es válida esta reflexión me pregunto, ¿un
colegio profesional (cualquiera sea este) puede hacer distinciones entre las
diversas actividades o especialidades a las que se dedican aquellos que
obtuvieron la licenciatura?, tal vez nos ayude ver el caso de los licenciados
en Derecho, aquellos que forman parte del aparato de justicia en su condición
de jueces, fiscales, abogados litigantes, ¿son distintos a aquellos que se
dedican a la labor de notarios o los que laboran en el ámbito del derecho
civil? Pues claro que no, el colegio los reconoce a todos como sus miembros,
tampoco existe un ámbito distinto para los licenciados en leyes que se dedican
a la docencia universitaria o la producción de doctrinas en su especialidad.
Por esta razón es que a un colegio de historiadores pertenecerán todos aquellos
que hayan obtenido la licenciatura en Historia.
Tal parece que los promotores de tal
idea buscan replicar los argumentos que utilizó Samuel Huntington, que al
estudiar la profesión militar en los Estados Unidos, llegó a la conclusión que esta es una carrera
distinta al resto de las demás
profesiones, por lo que lo denominó como un “sacerdocio”, para finalmente
justificar el espíritu corporativo que lo caracteriza y por ende lo aísla de la
sociedad; esta idea fue replicada por los militares peruanos con una frase utilizada
ampliamente para justificar los golpes de Estado, refiriéndose asimismo como
las “instituciones tutelares del
Estado”, o sea las FFAA como distintas y superiores a todas las otras
profesiones e instituciones del sistema político.
Si bien la historia posee un carácter
abierto en el sentido que recibe los aportes que pueden hacerse desde muy
distintas profesiones u oficios, porque al fin y al cabo “todo es historia”
(como es el título de una revista en Argentina) ¿eso quiere decir que todos son
historiadores? en cierto sentido se podría interpretar que sí. Ahora si
aceptamos esta afirmación como correcta, entonces nos podemos preguntar ¿para
qué estudiamos una carrera de historia?, ¿qué sentido tiene la existencia de
una Escuela Académica Profesional que forme historiadores? si en la práctica
resulta inútil su profesionalización. Resultaría
válido por lo tanto, exigir ser formados en la facultad de Letras y
Humanidades, estudiar Derecho, Literatura y Filosofía como lo hicieron Raúl Porras,
Luis Alberto Sánchez y otras destacadas personalidades, pues a partir de allí,
cada uno estaría en condiciones de escoger que oficio ejercer…pero resulta que ese
camino ya lo recorrimos, y desde la segunda mitad de ese siglo XX se produjo la
“independización” de las Ciencias Sociales del ámbito de las Humanidades. La
exigencia profesional, el propio desarrollo de cada una de estas disciplinas (objeto
de estudio y teorización) llevó a una particularización en su estudio y por
tanto en su ejercicio profesional. Ahora esto niega la “condición abierta de la
historia”, claro que no, lo único que podría exigir un colegio profesional es
que en el ejercicio de esta materia sea reservada para aquellos que obtuvieron
la licencia para ejercerla.
Finalmente si soñamos despiertos por
unos pocos minutos y el tan mentado Colegio de Historiadores lograse reservar
el ejercicio profesional para aquellos lo que han obtenido la licencia profesional,
¿esto no repercutiría positivamente en el desarrollo de la investigación histórica
de nuestro país? (ya sea como investigador o como docente) la verdad creo que
sí, pues se accedería a un sustento que consienta
la dedicación al trabajo científico, pues una de las primeras cosas que se nos
dice al concluir la carrera es: “trabaja de cualquier cosa porque de la
historia no se puede vivir”, y lamentablemente esto es muy cierto, pues es
prácticamente inexistente un anuncio en el cual se requiera historiadores o
licenciados en historia, muchas veces por ignorancia de los demandantes, incluso
en el caso de las pocas universidades que lo requieren para sus cursos, piden
como perfil profesional: “Licenciados en Educación, Sociología, Antropología,
Derecho y otros afines”, es esta una de las razones por las cuales muchos de
nuestros compañeros se dedican a otras labores
ya sea como técnicos en computación, choferes, ejercen como profesores
en colegios o academias entre muchos etcéteras.
Quiero pensar que la oposición a la
creación de este organismo subyace el espíritu anárquico que caracteriza a los
intelectuales, negarse a cualquier forma de organicidad aunque eventualmente esta
le pueda beneficiar, y no la defensa de intereses personales de algunos que se
puedan considerar afectados.
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